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11/7/12

Fic 3: Hermana mia, hermano mio



  • Titulo: Hermana mia, hermano mio.
  • Fandom: Harry Potter
  • Nº Palabras: 1652
  • Disclaimer: Los personajes no son mios, si no de J.K. Rowling
  • Nota: Fic escrito para el reto de "Citas Celebres" del Foro La Noble y Ancestral Casa de los Black



Hermana mia, hermano mio.

"Ningún amigo como un hermano; ningún enemigo como un hermano" Proverbio indio.

Era una mañana fría, lo que la hacía diferente era que esa vez había dejado de llover, por lo que las calles parecían llenarse de vida.

Por una de ellas, una joven caminaba con paso ligero hacía el centro. Tenía prisa, sabía que la persona con la que había quedado era muy estricta en cuanto a puntualidad se refería y si se retrasaba no iba a esperarla mucho tiempo, y menos en un sitio como ese. Aunque no pudo evitar parar en una pequeña boutique, para salir con un pequeño paquete.
Cuando llegó al lugar, vio que todavía no había llegado. El camarero le indicó una mesa junto a la ventana, pero ella prefirió sentarse en un lugar mas discreto. Esperó a que llegara su hermana, conociéndola como la conocía sabía que llegaría con una puntualidad pasmosa. Y efectivamente así fue, a las cinco en punto apareció por la puerta.

La verdad es que no desentonaba con el resto de clientes: elegante, distante y fría. Lo único que la diferenciaba de los demás era la mirada de asco que tenía y que se tapaba la nariz, como si respirar ese aire fuera algo peligroso.

Andromeda se levantó para recibir a su hermana, pero esta ignoró el gesto y se quedó plantada delante de la silla esperando que su hermana tuviese el detalle de acercarle el asiento.

-Veo que te sienta muy bien siendo muggle - le dijo mientras observaba el conjunto de abrigo y vestido de su hermana.

-¡Sí! Y veo que a ti también te sienta bien siendo la nueva Sra. Malfoy. ¡Ah! Por cierto...- dijo mientras sacaba el pequeño paquete que había comprado.- Esto es para ti. Mi regalo de bodas. ¡Vamos ábrelo!- decía Andromeda sonriente.
-¡Que! ¿¡Pero que demonios!- Narcissa cogió el paquete examinándolo como si fueran explosivos. Lo abrió y sacó un bonito camisón de seda rosa. - Gracias, es muy... bonito, pero no puedo aceptarlo,- dijo de la forma mas cortes posible y le devolvió el camisón, Andromeda lo guardó en su bolso.

Durante el rato siguiente que estuvieron conversando Narcissa parecía mostrarse mas relajada, aunque seguía mirando con asco y no había probado nada de lo que les habían traído. Aun así, Andromeda se mostraba feliz de que su hermana estuviese allí con ella, quizás fuese el simple hecho de estar las dos juntas como cuando eran pequeñas.

-En serio, Cissy, tienes que probar estos pasteles- le decía Andromeda mientras le ofrecía un pastel.- No creo que en Hogsmade hagan dulces así de buenos.
-No gracias, estoy bien,- contestaba su hermana a las ofertas, un hecho que parecía ofenderle ya que se atrevía a comparar esos dulces con los de Hogsmade.

Todo transcurría con relativa calma. Andromeda era la que mas hablaba, le contaba todo lo relativo a su pequeña Dora y lo que había acontecido desde que se vieron por última vez, su hermana se limitaba a escuchar y apenas contestaba a las preguntas con monosílabos.
Al cabo de un rato a Andromeda se le habían agotado todos los temas de conversación que podría tratar con su hermana. Y volvieron a estar en silencio.

-No quiero que vuelvas a llamarme,- dijo de golpe Narcissa.
-¿Que?- articuló su hermana.- ¿Por que?
-Sabes muy bien por que.- dijo Narcissa.- Ahora estoy casada, no es bueno para una mujer de mi posición que me vean mezclada con muggles. Ni te imaginas el escándalo que se armaría. Además si llegara a enterarse ella...- pero no terminó la frase.
-Entiendo,- contestó su hermana con tristeza. Quizás si Cissy no estuviera tan pendiente del que dirán, seguramente habrían seguido viéndose. Además estaba Bellatrix que no perdonaba que fuese una traidora. Hacía tiempo que había puesto precio a su cabeza.

Andromeda y Narcissa salieron del café sin decirse nada. Cada una se fue por un lado. Cuando llegó a la esquina, Andromeda se dio cuenta de que llevaba la cajita con el camisón. Dio la vuelta inmediatamente, y fue por el camino por el que debía haberse ido su hermana. Todavía tenía esperanzas de poder encontrarla.

Corrió hasta la esquina y al girar vio que ya no estaba. Se quedó parada en medio de la acera sin saber que hacer. En ese momento la débil lluvia, empezó a mojar las mejillas de Andromeda.

Por la noche siguió lloviendo. El frío era mas intenso debido a la humedad. Bien fuera por el frío y la lluvia o bien por que las autoridades habían ordenado un toque de queda debido a los últimos atentados, el caso era que, a diferencia de la mañana, no había ni un alma por la calle.

En un extremo de la calle aparecieron dos figuras que iban montadas en escobas. Recorrieron la calle a toda velocidad. Segundos mas tarde apareció una moto que también volaba a gran velocidad, detrás de ellos.

El chico de la moto lanzó un hechizo contra los que iban en las escobas. Le dio a uno de pleno y la escoba se hizo añicos. El otro consiguió escapar.

Bajó de la moto y fue corriendo detrás del muchacho al que había derribado. Lo vio meterse en un callejón Estaba muy oscuro, no veía nada, pero por si acaso tenía la varita preparada. Avanzaba muy despacio.

-Desmaius- oyó gritar desde el fondo. Afortunadamente pudo esquivar el hechizo y le lanzó uno aturdidor.
-Lumos- dijo. Y de su varita apareció una pequeña luz que iluminaba tenuemente el callejón.

Se acercó despacio hasta donde se encontraba el muchacho que había abatido, en un lado pudo ver la varita y la mascara de mortifago que habían salido disparadas al lanzar el hechizo.

Sirius se quedó petrificado al ver el rostro del mortifago, acababa de derribar a su propio hermano. Conocía los tejemanejes de su familia, pero no creía que hubiesen sido capaces de involucrar a su hermano con esos desgraciados. Aunque bien pensado su madre sí que debía sentirse muy orgullosa de que al menos uno de sus hijos defendiera la causa.

-¿Vas a quedarte ahí mirando como un pasmarote?- pregunto Regulus mientras se incorporaba.
Sirius no dijo nada.

Su hermano era un mortifago, no podía dejarle marchar así como así. Ya lo había hecho una vez, y tenía el resultado delante de sus narices.

"Si lo detengo siempre podía alegar que estaba bajo la maldición Imperius", pensó Sirius. "O en el peor de los casos estara una larga temporada en Azkaban."

Sirius seguía delante de él sin decir nada, pero tenía la varita preparada por si decidía hace cualquier movimiento extraño. La lluvia había empezado a caer mas fuerte, la calle apenas e podía ver, solo las luces de las farolas se podían distinguir entre la cortina de agua. Comenzó a retroceder para tener mejor visibilidad. Sin darse cuenta tropezo con algo y cayó al suelo.

"¡Mierda! Juraria que esto no estaba aquí antes", pensó Sirius. ¿Era posible que su hermano fuera capaz de hacer conjuros sin pronunciar ninguna palabra? Conocia las habilidades de su hermano y no le veia capaz de superarle. ¿O es que lo había estado subestimando?

Intentaba buscar la varita y no vio que su hermano se había acercado lo suficiente, cuando sintio una punzada en la espalda, acababa de darle una patada en un costado.
Sirius quiso levantarse antes de que su hermano le diera otra patada. Aunque para su sorpresa vio que los siguientes golpes no iban dirigidos a él , si no, a unas bolsas que estaban a su lado. Sirius miraba como su hermano parecia descargar toda su rabia y frustracion que sentia por él, en aquellas bolsas.

-¡Sirius, Sirius!- de repente dos figuras aparecieron al fondo de la calle, llamaban al joven que se encontraba en el suelo.

Regulus se percato de la presencia de los dos magos que se acerban donde se encontraban ellos. Paró de dar golpes, miró a su hermano y a la calle y desaparecio. Por un segundo Sirius creyo ver unas lagrimas en el rostro de su hermano.

-¿Estas bien?- dijo uno de los mago mientras le ayudaba a incorporarse.
-Si. No es nada.- dijo sin mirar a los magos.
-Tranquilo, tarde o temprano le pillaremos- le dijo el otro mago.
-No lo creo.- dijo para si con tristeza.
-FIN-
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14/6/12

Fic 2: Maquinaciones

  • Titulo: Maquinaciones
  • Fandom: Harry Potter
  • Nº de Palabras: 1700
  • Disclaimer: Los personajes mencionados no me pertenecen a mi, si no, a J.K. Rowling
  • Nota 1: Fic hecho para el reto "Citas Celebres" del foro La Noble y Antigua casa de los Black con la cita: Todo el mundo cree con facilidad aquello que teme o desea de Jean de la Fontaine

 
Era mas de medianoche, no había ni un alma en la calle. En la oscuridad tres hombres se dirigían hacia un pequeño punto de luz situado al final de la calle principal.

Cuando llegaron uno de ellos llamó a la puerta, al cabo de unos segundos un joven pelirrojo y de aspecto muy pulcro les abrió la puerta. 
  • ¿Si?- dijo el joven
  • Venimos a ver al Sr. Fudge - dijo uno de los hombres. - Nos pidió que viniéramos.-
  • Weasley, dejales pasar- oyó decir a Fudge.
  • ¡Pasen!- dijo el joven mientras les indicaba un pequeño saloncito que había a la derecha de la puerta.
 
El joven Weasley les hizo pasar a una estancia donde el ministro les estaba esperando. Tomó los abrigos al tiempo que Fudge le pedía que les trajera un té.
 
Era un cuarto pequeño, con las paredes pintadas de verde oscuro. En la habitación había un gran ventanal que daba a la calle, casi siempre tenía las contraventanas cerradas. Del techo colgaba una pequeña lampara que iluminaba el cuarto. Para la ocasión, Fudge había dispuesto cuatro sillones y una mesita de té en el centro.

  • Hola, Lorcan, cuanto tiempo. ¿Como estas?- dijo Fudge saludando efusivamente al hombre mas mayor del grupo.
  • Bien para mi edad. - contestó el hombre mientras se sentaba en uno de los sillones - Veo que ahora tienes eso que los muggles llaman: un mayordomo -
  • Es Percy Weasley, mi nuevo asistente. Un buen chico y muy competente. No como su padre- dijo Fudge. - Ademas no me fió de mis elfos, son demasiado cotillas.-
  • Cuanta razón tienes, Cornelius.- dijo el viejo.- Su padre podría haber llegado lejos, si no fuera por esa afición que tiene con los muggles y sus inventos.
  • Supongo que no nos habrás hecho venir aquí a estas horas, para tomar el té y hablarnos de lo bueno que es tu asistente, ¿verdad?- dijo otro de los hombres mientras encendía su pipa.
Enseguida el humo verdoso que emanaba la pipa inundó la habitación. En ese momento entró Percy con el té y dejó la bandeja encima de la mesita.

  • Muy bien, Percy. Puedes retirarte- le dijo Fudge.- Si te necesito ya te avisare.-

El hombre mas viejo soltó una risilla mientras se revolvía en el sillón, el chico salió discretamente de la habitación.
 
Y bien, vas a decirnos por fin para que demonios nos has hecho venir hasta aquí- dijo Lorcan mientras daba un sorbo a su taza de té.- Muy bueno el té. Desde luego ese chico tiene madera de elfo.-
  • ¡Dumbledore!- dijo de repente Fudge
Todos se quedaron mirando al ministro como si hubiera soltado una tontería.
 
  • ¡Vamos, Cornelius! ¿Nos has hecho venir solo por que has tenido una pataleta con Dumbledore?- inquirió el hombre de la pipa.
  • ¡No es una pataleta! Dice que Vold... - dijo pálido y con las manos temblorosas.- Que Quien-no-debe-ser-nombrado ha vuelto.-
Se hizo un silencio sepulcral. Los tres hombres mayores estaban pálidos como velas y ninguno dijo nada, solo el mas joven hizo ruido al sorber de la taza de té.
  • ¡Jovencito! Un poco mas de respeto- le increpó el hombre mayor mientras se revolvía en su asiento.- Cornelius, si haces el favor de explicarnos.-
  • Resulta que ha sido el joven Potter el que afirmó que... El-Señor-tenebroso regresó durante el Torneo de los Tres Magos, que fue... él el que asesinó al pobre hijo de Amos Diggory- al pronunciar este nombre, los dos hombres mas mayores empezaron a murmurar, lamentándose por la perdida.- Y no solo eso, si no, que ese viejo chalado parece que corrobora la “versión”, y lo ha contado delante de todo el colegio. Os lo podéis creer ¡delante de todos los niños!- Cuando terminó se dejó caer en el sillón.
 
Unos murmullos de indignación recorrieron la habitación. Los dos hombres mayores comentaban entre sí, mientras que el mas joven permanecía en silencio observando la escena.
  
  • Y, ¿que piensas hacer, Cornelius?- pregunto el hombre de la pipa
  • No lo se- contestó Fudge.- La verdad es que va a ser difícil hacer algo. Esos dos son muy valorados dentro de la comunidad mágica, y nadie pone en duda cualquier cosa que hagan o digan por muy ilegal o estrafalaria que sea. Me temo que no podremos evitar que se extienda el pánico. Y...
  • Puede que yo tenga la solución- dijo el mas joven, que hasta ahora solo se había limitado a escuchar.
  • ¡Mocoso insolente! No tienes ni idea de lo que dices.- le espetó el anciano mientras se volvía a revolver en su asiento.- En mis tiempos cuando era Primer Ministro, una interrupción así te habría llevado hasta Azkaban.
  • Cálmense un poco Sr. McLaird, por favor- dijo el hombre de la pipa.- Seguro que, aquí, nuestro joven amigo puede dar con una solución a nuestro problema-
  • ¡Ese mocoso no es amigo mio!- gritó el viejo Lorcan.
  • Esta bien, continué por favor- dijo el hombre de la pipa intentando calmar al anciano.
  • Pues bien si ellos tratan de infundir miedo a través de “esa confianza” que transmiten. Nosotros podemos desacreditarles, de esa manera la gente dejara de verlos como los salvadores del mundo y confiara en quien debe confiar. En usted Sr. Ministro.- explicó el mas joven.
  • Parece un buen plan. Pero, ¿como puedo saber que saldrá bien?- dijo el ministro.
  • Digamos, que, durante el torneo empezamos a “experimentar” con el joven Potter- contestó el joven extendiéndole un ejemplar de El Profeta donde se podía leer en el titular “Harry Potter … - Nuestra querida reportera Rita Skeeter, realizó un fabuloso trabajo de seguimiento al tal Potter durante el torneo. Con excelentes resultados, que...
  • ¡No me gusta!- interrumpió Fudge devolviendole el periódico
  • ¿Que no le gusta, Cornelius?- preguntó el joven.
  • Pues... todo- contestó el ministro. - Para empezar esa reportera suya, Rita... no-se-que. Es demasiado frívola, y ademas, quien nos asegura que no acabara publicando cosas a favor “esos dos”.
  • Tranquilo, Cornelius- dijo el joven director- He pensado en ello, y estaría dispuesto a cederle el mando de mi periódico al Ministerio con tal de devolver el prestigio de nuestro querido Ministro. Y eso incluye no solo el control sobre las noticias, si no, también sobre nuestros empleados. Lo he visto hacer a los muggles y tiene muy buenos resultados. Además veo que no le caen muy bien ni el joven Potter, ni Dumbledore, piense que así se libraría de esas “molestias”.
Fudge se quedó mirando fijamente el periódico que había dejado en la mesita. Era una oferta muy tentadora y también muy arriesgada para un hombre de su posición.
 
  • Está bien. Lo haré- dijo Fudge de mala gana.- Le enviare, alguno de mis funcionarios para que “trabajen para usted”.-
  • Muy bien, Sr. Fudge, veo que lo ha entendido a la perfección- le dijo el joven director.- Creame no se arrepentirá.- Y dicho esto el hombre mas joven se acercó a la chimenea y mediante los polvos flu desapareció.
Por un momento Fudge tuvo la sensación de que tarde o temprano se arrepentiría de la decisión que acababa de tomar. Pero una charla con sus colegas, le apaciguó los remordimientos que empezaban a aflorar. Tal vez, esos dos se habían pasado de la raya y era hora de hacerles ver que con el Ministerio de Magia no se jugaba.

  
A la mañana siguiente, cuando el mundo mágico se despertó con su ejemplar de El Profeta, podía ver que no había ninguna mención ni a Voldemort, ni a lo ocurrido en el Torneo de los Tres Magos, solo se mencionaba la muerte de Cedric Diggory como un desafortunado accidente del que hacían responsable a Dumbledore por “mala organización del torneo” y de no disponer de las medidas de seguridad apropiadas.
 
Fue entonces cuando Fudge, que se disponía a ir al trabajo, vio que en el saloncito en el había estado reunido la noche anterior había una figura sentada en un bonito sillón azul de estilo francés, de espaldas a la puerta. Cuando se fijó en quien era, el escaso desayuno que había tomado se le empezaba a revolver en el estomago. Era la última persona a la que deseaba ver y con la que quería hablar, pero allí estaba sentado tranquilamente tomando un té.

  
Fudge hizo de tripas corazón y entró en la habitación. Estuvo un buen rato callado, no quería ser él el que rompiese el incomodo silencio.
  • Sabes perfectamente que tengo razón, Cornelius- le dijo la figura.- Ha vuelto.-
  • Ya, solo por que el joven Potter lo diga te lo tienes que creer.- gritaba Fudge.- Albus, a veces pienso que eres demasiado ingenuo, y no ves mas allá de tus narices. Pero no voy a seguir tolerando que ese Potter se pase las leyes del ministerio por donde quiera, por muy “niño-que-sobrevivió” que sea. No voy a consentir que altere la paz de la comunidad solo por no poder explicar razonablemente lo que le paso al hijo de Diggory, inventándose eso de que... Quien-no-debe-ser-nombrado le había asesinado.-

Fudge hizo una pausa para tomar aire y continuó.
 
  • Así que, si aun conservas un mínimo de dignidad sabrás, como una de las personas mas respetadas que conozco, que es lo mas conveniente que hay que hacer en este caso – terminó Fudge.
  • Lo se – dijo Dumbledore. Y tal como había aparecido él, el sillón y la taza de té, desaparecieron. Dejando al ministro a punto de estallar.

En ese momento el desayuno que se había tomado hacía un rato empezó a hervir en su estomago. Era como si le fuera a salir por las orejas. En un ataque de ira cogió uno de los jarroncitos que había encima de la chimenea y lo arrojó contra el suelo. En su cabeza todavía resonaba la breve charla con Dumbledore.
 
Respiró hondo y se puso de camino al Ministerio. Se iban a enterar de como las gastaba el Ministerio, y él mismo. No dispuesto a tolerar que un mocoso mentiroso y un viejo chalado le tomasen por idiota.
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27/5/12

Fic 1: No eres tan diferente

  • Titulo:  No eres tan diferente
  • Fandom: Harry Potter
  • nº de Palabras: 1082
  • Nota: ni el personaje, ni las situaciones me pertenecen, son de J.K. Rowling. Yo solo he creado la trama.

“No eres tan diferente como te crees”, fueron las ultimas palabras que le dijo su madre antes de salir por la puerta de su casa. Desde luego no era la primera vez que las oía, pero podía estar seguro de que tampoco sería la ultima.

No recordaba cuando fue la primera vez que se las oyó decir a su madre, quizás fuera demasiado pequeño para entender lo que realmente le estaba tratando decirle con esas palabras.

Siempre fue un niño alegre y díscolo, muy alejado del estirado de su hermano o las remilgadas de sus primas (con la única excepción de Andromeda). Eso le hacia sentirse como un extraño dentro de su propia familia, quizás por eso su madre trataba de recordarle que:
- No eres tan diferente como crees, - le repetía una y otra vez.

Cuando fue seleccionado para Gryffindor, en lo primero que pensó fue en lo equivocada que estaba su madre, ¡si que era diferente!. Pero una rápida y extensa carta de su madre detallándole lo profundamente decepcionada que estaba, le recordaba, una vez mas, que no se hiciera ilusiones de que iba a ser diferente.

Durante mucho tiempo se convenció de que no era como ellos. Él no despreciaba a nadie por el origen de su sangre o condición, le daba igual que fuesen mestizos, nacidos de muggles (o simplemente muggles). De hecho dos de sus mejores amigos eran de sangre mestiza e incluso uno de ellos, como mas tarde descubriría, un licántropo.

Pronto, él y sus amigos fueron conocidos como Los Merodeadores. Fue algo que sacó lo mejor de él, demostró que podía ser alguien con el que se podía contar y que (esto quedó mas que demostrado muchas veces) por nada del mundo traicionaría a ninguno de sus amigos.

A la vez que crecía la popularidad de Los Merodeadores, su lado mas oscuro empezaba a aflorar. Cada vez mas miraba al resto por encima del hombro, aunque solo fuera para dárselas de gallito delante de una chica, y ese desdén y desprecio aumentaba si a quien tenía delante pertenecía a Slytherin. Nunca le dio importancia a este hecho ya que se justificaba diciéndose a si mismo:

- Un Slytherin nunca trama nada bueno-

Pero el caso era que en cierto modo, actuaba como el resto de su familia.

Cuando se fue de su casa, fue la última vez que le oyó decir esas palabras a su madre. No tenía por que preocuparse, por fin era libre. Ya no estaba bajo la influencia de “esa” familia. Todo lo que pensaran o dejasen de pensar, le importaba un pimiento. Estaba con su mejor amigo en todo el mundo.

Voldemort se alzó con todo su poder. La comunidad mágica se llenó de desconfianza. Nadie confiaba en nadie, cualquier gesto o comentario te hacia sospechoso de ser un mortifago. Gente inocente acababa en Azkaban solo por que alguien tenía la sospecha de..., o por que alguien le tenía tirria a alguien. Todos los casos tardaban meses en comprobarse que realmente se trataban de falsas alarmas, y muchas veces, cuando llegaba la resolución, ya era tarde para el afectado.

Estaba seguro de que eso no le pasaría, estaba en el bando correcto y con él sus mejores amigos, no tendría por que dudar de nadie. Pero el paso del tiempo hizo mella en las relaciones con sus amigos. A Peter a penas le veía, y la relación con Remus era cada vez mas tensa. En las reuniones casi ni se dirijan la palabra, y muchas veces evitaba estar cerca de Remus. Sabía perfectamente que su amigo jamas traicionaría a la Orden, ni a él, ni a James o Lily, ni siquiera a Peter. Pero también sabia que era un licántropo, y todo el mundo conocía la estrecha relación que había entre los licántropos y Voldemort. Solo confiaba plenamente en James. Y eso le llevó a cometer uno de los mayores errores de su vida.

Cierto es que Azkaban le dio mucho tiempo para pensar. Repasaba una y otra vez todo lo que había sido su vida hasta entonces.

Por primera vez supo que era que le despreciasen a uno por creer que era un asesino despiadado. Cuando hablaban de él en El Profeta lo hacían como si fuese la mayor escoria del mundo. No había ninguna diferencia entre él y los que verdaderamente apoyaron a Voldemort.

Por primera vez tuvo que soportar los continuos insultos y burlas de su prima Bellatrix y del resto de mortifagos, que se regodeaban sabiendo que el traidor a la sangre, uno de los perros de Dumbledore, había sido traicionado por aquellos a los que había estado ayudando.

-¿Donde están tus amigos ahora, eh Black?- le inquiría un mortifago.

- Mirate, siempre rodeado por esa basura de sangres sucias y mestizos a los que tanto defendías, y ninguno ha venido a ayudarte.- le gritaba Bellatrix mientras reía histéricamente.- Eres como todos nosotros.-

Y por primera vez las palabras de su madre cobraron sentido:

-No eres tan diferente como crees.-

Se dio cuenta de que, quizás, todo este tiempo estuviese equivocado y que, a lo mejor, no era tan diferente del resto de su familia. Durante mucho tiempo despreció a su familia por ser como eran; a los Slytherins por ser quienes eran; a su mejor amigo por pensar que les traicionaría por ser licántropo y a él mismo por haber cometido el mayor error de su vida confiando en Peter. Es verdad que no eran las mismas cosas que ellos despreciaban, pero el sentimiento era el mismo, al fin y al cabo era un Black.

A diferencia de ellos si algo le daba fuerzas para continuar, era querer enmendar el error que había cometido. Demostrar que el no era como ellos. Demostrar a su amigo Remus lo mucho que se había equivocado al desconfiar de él. Pero, sobre todo, quería demostrar a su ahijado que, por nada del mundo, él jamas habría traicionado a sus padres.

Sabía que, cada día que pasaba encerrado se le agotaban las oportunidades de enmendar las cosas. La casualidad quiso que Scabbers (o sea Peter) apareciera en primera plana de El Profeta junto a “su familia”.

Ahora tenía la mayor oportunidad al alcance de sus manos. No sabía cuanto tiempo tardaría, pero había llegado el momento de enmendar su gran error. Y aunque tuviera que ser un fugitivo el resto de su vida demostraría que él sí que era diferente.


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21/5/12

Reto: 100 one-shot fics

Pensando un rato se me ha ocurrido un reto mas que interesante. Pues bien, ya que hay tantos retos de lectura, he pensado hacer uno de escritura: 100 one-shot fics.

(Hay paginas que hacen algo parecido, pero son tablas preestablecidas.)

Nota:

Normas:
  • El reto consiste en escribir 100 one-shot fics.
  • La tematica y el fandom es libre. Puede ser 100 fic de un mismo fandom o 100 fics de fandoms distintos.
  • Tiene que ser one-shot o lo que es lo mismo historias autoconclusivas. (No vale un fic por capitulos).
  • Cada fic debe tener un minimo de 1000 palabras. No valen drabbles o historias cortas.
  • En los fanfics se debe indicar el famdom y el nº de palabras.
  • No hay limite de tiempo.
Fanfics:




  1. - No eres tan diferente (Fandom: Harry Potter; Nº Palabras: 1082)
  2. - Maquinaciones (Fandom: Harry Potter; Nº Palabras: 1700)
  3. - Hermana mia, hermano mio (Fandom: Harry Potter; Nº Palabras:
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