- Titulo: Maquinaciones
- Fandom: Harry Potter
- Nº de Palabras: 1700
- Disclaimer: Los personajes mencionados no me pertenecen a mi, si no, a J.K. Rowling
- Nota 1: Fic hecho para el reto "Citas Celebres" del foro La Noble y Antigua casa de los Black con la cita: Todo el mundo cree con facilidad aquello que teme o desea de Jean de la Fontaine
Era mas de medianoche, no había ni un
alma en la calle. En la oscuridad tres hombres se dirigían hacia un
pequeño punto de luz situado al final de la calle principal.
Cuando llegaron uno de ellos llamó a
la puerta, al cabo de unos segundos un joven pelirrojo y de aspecto
muy pulcro les abrió la puerta.
- ¿Si?- dijo el joven
- Venimos a ver al Sr. Fudge - dijo uno de los hombres. - Nos pidió que viniéramos.-
- Weasley, dejales pasar- oyó decir a Fudge.
- ¡Pasen!- dijo el joven mientras les indicaba un pequeño saloncito que había a la derecha de la puerta.
El joven Weasley les hizo pasar a una
estancia donde el ministro les estaba esperando. Tomó los abrigos al
tiempo que Fudge le pedía que les trajera un té.
Era un cuarto pequeño, con las paredes
pintadas de verde oscuro. En la habitación había un gran ventanal
que daba a la calle, casi siempre tenía las contraventanas cerradas.
Del techo colgaba una pequeña lampara que iluminaba el cuarto. Para
la ocasión, Fudge había dispuesto cuatro sillones y una mesita de
té en el centro.
- Hola, Lorcan, cuanto tiempo. ¿Como estas?- dijo Fudge saludando efusivamente al hombre mas mayor del grupo.
- Bien para mi edad. - contestó el hombre mientras se sentaba en uno de los sillones - Veo que ahora tienes eso que los muggles llaman: un mayordomo -
- Es Percy Weasley, mi nuevo asistente. Un buen chico y muy competente. No como su padre- dijo Fudge. - Ademas no me fió de mis elfos, son demasiado cotillas.-
- Cuanta razón tienes, Cornelius.- dijo el viejo.- Su padre podría haber llegado lejos, si no fuera por esa afición que tiene con los muggles y sus inventos.
- Supongo que no nos habrás hecho venir aquí a estas horas, para tomar el té y hablarnos de lo bueno que es tu asistente, ¿verdad?- dijo otro de los hombres mientras encendía su pipa.
- Muy bien, Percy. Puedes retirarte- le dijo Fudge.- Si te necesito ya te avisare.-
El hombre mas viejo soltó una risilla
mientras se revolvía en el sillón, el chico salió discretamente de
la habitación.
Y bien, vas a decirnos por fin
para que demonios nos has hecho venir hasta aquí- dijo Lorcan
mientras daba un sorbo a su taza de té.- Muy bueno el té. Desde
luego ese chico tiene madera de elfo.-
- ¡Dumbledore!- dijo de repente Fudge
- ¡Vamos, Cornelius! ¿Nos has hecho venir solo por que has tenido una pataleta con Dumbledore?- inquirió el hombre de la pipa.
- ¡No es una pataleta! Dice que Vold... - dijo pálido y con las manos temblorosas.- Que Quien-no-debe-ser-nombrado ha vuelto.-
- ¡Jovencito! Un poco mas de respeto- le increpó el hombre mayor mientras se revolvía en su asiento.- Cornelius, si haces el favor de explicarnos.-
- Resulta que ha sido el joven Potter el que afirmó que... El-Señor-tenebroso regresó durante el Torneo de los Tres Magos, que fue... él el que asesinó al pobre hijo de Amos Diggory- al pronunciar este nombre, los dos hombres mas mayores empezaron a murmurar, lamentándose por la perdida.- Y no solo eso, si no, que ese viejo chalado parece que corrobora la “versión”, y lo ha contado delante de todo el colegio. Os lo podéis creer ¡delante de todos los niños!- Cuando terminó se dejó caer en el sillón.
Unos murmullos de indignación
recorrieron la habitación. Los dos hombres mayores comentaban entre
sí, mientras que el mas joven permanecía en silencio observando la
escena.
- Y, ¿que piensas hacer, Cornelius?- pregunto el hombre de la pipa
- No lo se- contestó Fudge.- La verdad es que va a ser difícil hacer algo. Esos dos son muy valorados dentro de la comunidad mágica, y nadie pone en duda cualquier cosa que hagan o digan por muy ilegal o estrafalaria que sea. Me temo que no podremos evitar que se extienda el pánico. Y...
- Puede que yo tenga la solución- dijo el mas joven, que hasta ahora solo se había limitado a escuchar.
- ¡Mocoso insolente! No tienes ni idea de lo que dices.- le espetó el anciano mientras se volvía a revolver en su asiento.- En mis tiempos cuando era Primer Ministro, una interrupción así te habría llevado hasta Azkaban.
- Cálmense un poco Sr. McLaird, por favor- dijo el hombre de la pipa.- Seguro que, aquí, nuestro joven amigo puede dar con una solución a nuestro problema-
- ¡Ese mocoso no es amigo mio!- gritó el viejo Lorcan.
- Esta bien, continué por favor- dijo el hombre de la pipa intentando calmar al anciano.
- Pues bien si ellos tratan de infundir miedo a través de “esa confianza” que transmiten. Nosotros podemos desacreditarles, de esa manera la gente dejara de verlos como los salvadores del mundo y confiara en quien debe confiar. En usted Sr. Ministro.- explicó el mas joven.
- Parece un buen plan. Pero, ¿como puedo saber que saldrá bien?- dijo el ministro.
- Digamos, que, durante el torneo empezamos a “experimentar” con el joven Potter- contestó el joven extendiéndole un ejemplar de El Profeta donde se podía leer en el titular “Harry Potter … - Nuestra querida reportera Rita Skeeter, realizó un fabuloso trabajo de seguimiento al tal Potter durante el torneo. Con excelentes resultados, que...
- ¡No me gusta!- interrumpió Fudge devolviendole el periódico
- ¿Que no le gusta, Cornelius?- preguntó el joven.
- Pues... todo- contestó el ministro. - Para empezar esa reportera suya, Rita... no-se-que. Es demasiado frívola, y ademas, quien nos asegura que no acabara publicando cosas a favor “esos dos”.
- Tranquilo, Cornelius- dijo el joven director- He pensado en ello, y estaría dispuesto a cederle el mando de mi periódico al Ministerio con tal de devolver el prestigio de nuestro querido Ministro. Y eso incluye no solo el control sobre las noticias, si no, también sobre nuestros empleados. Lo he visto hacer a los muggles y tiene muy buenos resultados. Además veo que no le caen muy bien ni el joven Potter, ni Dumbledore, piense que así se libraría de esas “molestias”.
- Está bien. Lo haré- dijo Fudge de mala gana.- Le enviare, alguno de mis funcionarios para que “trabajen para usted”.-
- Muy bien, Sr. Fudge, veo que lo ha entendido a la perfección- le dijo el joven director.- Creame no se arrepentirá.- Y dicho esto el hombre mas joven se acercó a la chimenea y mediante los polvos flu desapareció.
Por un momento Fudge tuvo la sensación
de que tarde o temprano se arrepentiría de la decisión que acababa
de tomar. Pero una charla con sus colegas, le apaciguó los
remordimientos que empezaban a aflorar. Tal vez, esos dos se habían
pasado de la raya y era hora de hacerles ver que con el Ministerio de
Magia no se jugaba.
A la mañana siguiente, cuando el mundo
mágico se despertó con su ejemplar de El Profeta, podía ver que no
había ninguna mención ni a Voldemort, ni a lo ocurrido en el Torneo
de los Tres Magos, solo se mencionaba la muerte de Cedric Diggory
como un desafortunado accidente del que hacían responsable a
Dumbledore por “mala organización del torneo” y de no disponer
de las medidas de seguridad apropiadas.
Fue entonces cuando Fudge, que se
disponía a ir al trabajo, vio que en el saloncito en el había
estado reunido la noche anterior había una figura sentada en un
bonito sillón azul de estilo francés, de espaldas a la puerta.
Cuando se fijó en quien era, el escaso desayuno que había tomado se
le empezaba a revolver en el estomago. Era la última persona a la
que deseaba ver y con la que quería hablar, pero allí estaba
sentado tranquilamente tomando un té.
Fudge hizo de tripas corazón y entró
en la habitación. Estuvo un buen rato callado, no quería ser él el
que rompiese el incomodo silencio.
- Sabes perfectamente que tengo razón, Cornelius- le dijo la figura.- Ha vuelto.-
- Ya, solo por que el joven Potter lo diga te lo tienes que creer.- gritaba Fudge.- Albus, a veces pienso que eres demasiado ingenuo, y no ves mas allá de tus narices. Pero no voy a seguir tolerando que ese Potter se pase las leyes del ministerio por donde quiera, por muy “niño-que-sobrevivió” que sea. No voy a consentir que altere la paz de la comunidad solo por no poder explicar razonablemente lo que le paso al hijo de Diggory, inventándose eso de que... Quien-no-debe-ser-nombrado le había asesinado.-
Fudge hizo una pausa para tomar aire y
continuó.
- Así que, si aun conservas un mínimo de dignidad sabrás, como una de las personas mas respetadas que conozco, que es lo mas conveniente que hay que hacer en este caso – terminó Fudge.
- Lo se – dijo Dumbledore. Y tal como había aparecido él, el sillón y la taza de té, desaparecieron. Dejando al ministro a punto de estallar.
En ese momento el desayuno que se había
tomado hacía un rato empezó a hervir en su estomago. Era como si le
fuera a salir por las orejas. En un ataque de ira cogió uno de los
jarroncitos que había encima de la chimenea y lo arrojó contra el
suelo. En su cabeza todavía resonaba la breve charla con Dumbledore.
Respiró hondo y se puso de camino al
Ministerio. Se iban a enterar de como las gastaba el Ministerio, y él
mismo. No dispuesto a tolerar que un mocoso mentiroso y un viejo
chalado le tomasen por idiota.
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