- Titulo: No eres tan diferente
- Fandom: Harry Potter
- nº de Palabras: 1082
- Nota: ni el personaje, ni las situaciones me pertenecen, son de J.K. Rowling. Yo solo he creado la trama.
“No eres tan diferente como te
crees”, fueron las ultimas palabras que le dijo su madre antes de
salir por la puerta de su casa. Desde luego no era la primera vez que
las oía, pero podía estar seguro de que tampoco sería la ultima.
No recordaba cuando fue la primera vez
que se las oyó decir a su madre, quizás fuera demasiado pequeño
para entender lo que realmente le estaba tratando decirle con esas
palabras.
Siempre fue un niño alegre y díscolo,
muy alejado del estirado de su hermano o las remilgadas de sus primas
(con la única excepción de Andromeda). Eso le hacia sentirse como
un extraño dentro de su propia familia, quizás por eso su madre
trataba de recordarle que:
- No eres tan diferente como crees,
- le repetía una y otra vez.
Cuando fue seleccionado para
Gryffindor, en lo primero que pensó fue en lo equivocada que estaba
su madre, ¡si que era diferente!. Pero una rápida y extensa carta
de su madre detallándole lo profundamente decepcionada que estaba,
le recordaba, una vez mas, que no se hiciera ilusiones de que iba a
ser diferente.
Durante mucho tiempo se convenció de
que no era como ellos. Él no despreciaba a nadie por el origen de su
sangre o condición, le daba igual que fuesen mestizos, nacidos de
muggles (o simplemente muggles). De hecho dos de sus mejores amigos
eran de sangre mestiza e incluso uno de ellos, como mas tarde
descubriría, un licántropo.
Pronto, él y sus amigos fueron
conocidos como Los Merodeadores. Fue algo que sacó lo mejor de él,
demostró que podía ser alguien con el que se podía contar y que
(esto quedó mas que demostrado muchas veces) por nada del mundo
traicionaría a ninguno de sus amigos.
A la vez que crecía la popularidad de
Los Merodeadores, su lado mas oscuro empezaba a aflorar. Cada vez mas
miraba al resto por encima del hombro, aunque solo fuera para
dárselas de gallito delante de una chica, y ese desdén y desprecio
aumentaba si a quien tenía delante pertenecía a Slytherin. Nunca le
dio importancia a este hecho ya que se justificaba diciéndose a si
mismo:
- Un Slytherin nunca trama nada
bueno-
Pero el caso era que en cierto modo,
actuaba como el resto de su familia.
Cuando se fue de su casa, fue la última
vez que le oyó decir esas palabras a su madre. No tenía por que
preocuparse, por fin era libre. Ya no estaba bajo la influencia de
“esa” familia. Todo lo que pensaran o dejasen de pensar, le
importaba un pimiento. Estaba con su mejor amigo en todo el mundo.
Voldemort se alzó con todo su
poder. La comunidad mágica se llenó de desconfianza. Nadie confiaba
en nadie, cualquier gesto o comentario te hacia sospechoso de ser un
mortifago. Gente inocente acababa en Azkaban solo por que alguien
tenía la sospecha de..., o por que alguien le tenía tirria a
alguien. Todos los casos tardaban meses en comprobarse que realmente
se trataban de falsas alarmas, y muchas veces, cuando llegaba la
resolución, ya era tarde para el afectado.
Estaba seguro de que eso no le pasaría,
estaba en el bando correcto y con él sus mejores amigos, no tendría
por que dudar de nadie. Pero el paso del tiempo hizo mella en las
relaciones con sus amigos. A Peter a penas le veía, y la relación
con Remus era cada vez mas tensa. En las reuniones casi ni se dirijan
la palabra, y muchas veces evitaba estar cerca de Remus. Sabía
perfectamente que su amigo jamas traicionaría a la Orden, ni a él,
ni a James o Lily, ni siquiera a Peter. Pero también sabia que era
un licántropo, y todo el mundo conocía la estrecha relación que
había entre los licántropos y Voldemort. Solo confiaba plenamente
en James. Y eso le llevó a cometer uno de los mayores errores de su
vida.
Cierto es que Azkaban le dio mucho
tiempo para pensar. Repasaba una y otra vez todo lo que había sido
su vida hasta entonces.
Por primera vez supo que era que le
despreciasen a uno por creer que era un asesino despiadado. Cuando
hablaban de él en El Profeta lo hacían como si fuese la mayor
escoria del mundo. No había ninguna diferencia entre él y los que
verdaderamente apoyaron a Voldemort.
Por primera vez tuvo que soportar los
continuos insultos y burlas de su prima Bellatrix y del resto de
mortifagos, que se regodeaban sabiendo que el traidor a la sangre,
uno de los perros de Dumbledore, había sido traicionado por aquellos
a los que había estado ayudando.
-¿Donde están tus amigos ahora,
eh Black?- le inquiría un mortifago.
- Mirate, siempre rodeado por esa
basura de sangres sucias y mestizos a los que tanto defendías, y
ninguno ha venido a ayudarte.- le gritaba Bellatrix mientras reía
histéricamente.- Eres como todos nosotros.-
Y por primera vez las palabras de su
madre cobraron sentido:
-No eres tan diferente como crees.-
Se dio cuenta de que, quizás, todo
este tiempo estuviese equivocado y que, a lo mejor, no era tan
diferente del resto de su familia. Durante mucho tiempo despreció a
su familia por ser como eran; a los Slytherins por ser quienes eran;
a su mejor amigo por pensar que les traicionaría por ser licántropo
y a él mismo por haber cometido el mayor error de su vida confiando
en Peter. Es verdad que no eran las mismas cosas que ellos
despreciaban, pero el sentimiento era el mismo, al fin y al cabo era
un Black.
A diferencia de ellos si algo le daba
fuerzas para continuar, era querer enmendar el error que había
cometido. Demostrar que el no era como ellos. Demostrar a su amigo
Remus lo mucho que se había equivocado al desconfiar de él. Pero,
sobre todo, quería demostrar a su ahijado que, por nada del mundo,
él jamas habría traicionado a sus padres.
Sabía que, cada día que pasaba
encerrado se le agotaban las oportunidades de enmendar las cosas. La
casualidad quiso que Scabbers (o sea Peter) apareciera en primera
plana de El Profeta junto a “su familia”.
Ahora tenía la mayor oportunidad al
alcance de sus manos. No sabía cuanto tiempo tardaría, pero había
llegado el momento de enmendar su gran error. Y aunque tuviera que
ser un fugitivo el resto de su vida demostraría que él sí que era
diferente.